miércoles, 24 de agosto de 2016

La historieta y sus comienzos

Decir que la historieta nace en Altamira y las pinturas rupestres, es como decir que la novela nace con los comienzos de la escritura cuatro milenios A.C.

Lo que arranca en esa cueva y en otras muchas son dos cosas: el lenguaje visual y lo que más adelante sería la palabra escrita.

Las imágenes del lenguaje visual se van desarrollando sobre distintos soportes: cuadros, vidrieras, cerámicas, piedra, mármol, paredes... y son descriptivas. Describen paisajes, interiores, objetos y también ideas y sensaciones e incluso se llegan a realizar imágenes que nada tienen que ver con el mundo real (un cuadro de Miró) y en estos casos, el significado que tienen esas imágenes, es el que les da el pintor.

Y volviendo a la historia del lenguaje visual, en algunas ocasiones observamos que las imágenes se utilizan narrativamente: ya no se trata de una imagen aislada, se nos cuenta con una sucesión de imágenes. Así tenemos ejemplos conocidos como la columna Trajana o, el Via Crucis de las iglesias católicas y otros muchos.

Considerar estos casos como precedentes de la historieta sería negar la existencia de la narración visual como algo independiente de que más adelante se inventase la historieta o no se inventase.

Si hacemos una historia de la historieta, a día de hoy y según personas que se han dedicado a rastrear en la prensa y publicaciones del XIX,  deberíamos de empezar por  Töpffer (1799-1846), sin olvidar a William Hogarth (1697-1764), que sin hacer historietas, inspiró a Töpffer con sus Comic history painting.

Al hacer la historia de la historieta, por supuesto que tenemos que conocer otras narraciones visuales que se han dado hasta nuestros días. Pero no como precedentes de la historieta sino como lo que son, otras maneras de narrar visualmente.

Rubén Garrido, agosto 2016

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